Cárcel.

Cárcel.

Por Angel Vieyra.

 

Imagínate una playa, la arena, el calor, los amigos, la familia, jugando y riendo, felicidad pura, sin darte cuenta, poco a poco te vas alejando, te adentras cada vez más en el mar, las olas te arrastran hasta el punto de no retorno, no hay nada que puedas hacer, por más que nades no hay fuerza que te haga volver. Esas risas y gritos cada vez se escuchan más lejos, nadie se da cuenta de tu partida, sólo los ves alejarse, pierdes la orilla entre el mar, hasta que te encuentras completamente solo, en medio de la nada… Así es como el mundo te deja aislado de la humanidad, así es como pierdes todo sin darte cuenta, a veces tu océano es tu casa o tu recamara, a veces estás tan solo que te desconectas del mundo y no te das cuenta de cómo es que ocurre, pero poco a poco todo se va apagando, las interacciones más que reales se vuelven casi holográficas, efímeras, como si fuera un momento de alucinación y desaparece hasta que termina siendo inexistente, por más que intentas volver ya no te quedan más que gritos ahogados, por más que intentas nadar únicamente consigues que tu cuerpo pierda las fuerzas mientras sigues retrocediendo y cuando te quedas más solo y cuando estás en medio de la nada, el océano empieza a hundirte, ¿Qué puedes escuchar debajo del agua? ¿Qué puedes ver en la profundidad del océano? ¿Qué puedes sentir en el fondo del mar?... Nada, solo hay frío, oscuridad y silencio, nunca pasa el tiempo, solo estás tú con tus pensamientos, recordándote que no tienes una buena relación con tu ser, que las peleas ignoradas han crecido hasta convertirse en gigantes que te aplastan porque tú los aplastante primero. Es una cárcel en la que nadie desearía estar, pero que no sabes cuándo te puede arrastrar, que te mantiene una eternidad hasta terminar tus últimos días.

 

 

2da Progresión – 4.

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